Eduardo Caba nació el 5 de septiembre de 1890 en Potosí, Bolivia, en una familia que valoraba profundamente la cultura y las artes. Desde una edad temprana, Caba mostró un talento excepcional para la música, comenzando su formación musical en su ciudad natal bajo la guía de su madre, quien era pianista. Su precoz habilidad con el piano y su interés en la composición pronto se hicieron evidentes, y su familia lo alentó a seguir desarrollando su talento.
A los 16 años, Eduardo Caba se trasladó a Buenos Aires, Argentina, para continuar su educación musical en un entorno más desarrollado. En Buenos Aires, estudió en el Conservatorio de Música, donde se formó en piano, armonía y composición. Su talento natural y su dedicación le permitieron destacarse rápidamente entre sus compañeros. Durante este periodo, fue profundamente influenciado por las tendencias musicales europeas, especialmente las obras de compositores impresionistas como Claude Debussy y Maurice Ravel, cuya innovadora utilización de la armonía y el color orquestal dejaron una marca duradera en su estilo compositivo.
La estancia de Caba en Buenos Aires fue crucial para su desarrollo artístico. No solo tuvo la oportunidad de estudiar con maestros de renombre, sino que también se relacionó con otros músicos y compositores sudamericanos, quienes compartían su interés por integrar elementos de la música folclórica en sus obras. Este interés lo llevó a explorar y recopilar la música tradicional de su Bolivia natal, convencido de que las raíces culturales y musicales de su país podían enriquecer la música académica.
En 1916, Eduardo Caba regresó a Bolivia, donde se dedicó a la enseñanza y la composición. Su obra en esta etapa refleja una síntesis de influencias europeas y elementos autóctonos bolivianos. A través de sus composiciones, buscó capturar la esencia de la música indígena y mestiza de Bolivia, utilizando melodías y ritmos tradicionales en formas sinfónicas y de cámara. Obras como «Suite Incaica» y «Danzas Bolivianas» son ejemplos destacados de su habilidad para fusionar estas dos corrientes musicales.
En 1920, Caba recibió una beca para estudiar en Europa, un logro significativo que le permitió ampliar sus horizontes y perfeccionar sus habilidades. Estudió en el Real Conservatorio de Madrid bajo la dirección de Conrado del Campo, uno de los compositores y pedagogos más importantes de España. Durante su estancia en Madrid, Caba absorbió las influencias de la música española y europea contemporánea, enriqueciendo aún más su estilo compositivo. También tuvo la oportunidad de presentar sus obras en Europa, lo que le permitió ganar reconocimiento internacional.
Al regresar a Bolivia en 1932, Eduardo Caba se estableció como una figura central en la vida musical de su país. Fue nombrado director del Conservatorio Nacional de Música de La Paz, donde promovió la educación musical y la creación de nuevas obras que reflejaran la identidad cultural boliviana. Bajo su liderazgo, el conservatorio se convirtió en un centro de excelencia musical, formando a generaciones de músicos y compositores.
Además de su labor como educador, Caba continuó componiendo prolíficamente. Sus obras abarcan una amplia gama de géneros, incluyendo música sinfónica, de cámara, coral y para piano. Entre sus composiciones más significativas se encuentran la «Sinfonía Aymara», una obra que integra temas indígenas en una estructura sinfónica, y la «Misa Andina», que utiliza melodías y ritmos de la música religiosa andina.
El legado de Eduardo Caba va más allá de sus composiciones. Su compromiso con la educación musical y su esfuerzo por integrar las tradiciones musicales bolivianas en la música académica han dejado una huella perdurable en la cultura de su país. A través de sus obras y su enseñanza, Caba ayudó a definir una identidad musical boliviana que celebra la riqueza y diversidad de sus tradiciones culturales.
Eduardo Caba falleció el 19 de abril de 1953, dejando un legado que sigue siendo celebrado y estudiado en Bolivia y más allá. Sus composiciones continúan interpretándose, y su influencia se siente en la obra de músicos y compositores bolivianos contemporáneos. Caba es recordado como un pionero que logró combinar las técnicas y formas de la música clásica europea con el alma y los ritmos de la música tradicional boliviana, creando un cuerpo de trabajo que es tanto innovador como profundamente arraigado en su herencia cultural.
Fue sin duda un compositor y educador cuyo trabajo y legado han tenido un impacto significativo en la música boliviana. Su vida, marcada por la dedicación a la enseñanza y la composición, refleja una pasión por la música y una visión de integrar las tradiciones autóctonas en el ámbito académico. Su influencia perdura, y su música continúa siendo una fuente de inspiración y orgullo para Bolivia y para la comunidad musical internacional.